Dr. Fernando Coronato
La llegada de los galeses a la Patagonia tuvo lugar en el marco de la gran inmigración europea en la segunda mitad del siglo XIX. El mayor interés de esta colonización radica en el hecho de ser el primer intento exitoso en afincarse en la Patagonia argentina, al sur del río Negro.
En 1843, Chile ocupó el Estrecho de Magallanes y 10 años antes Gran Bretaña había desalojado a los argentinos de las Malvinas. Loberos y balleneros franceses y norteamericanos operaban libremente en las costas patagónicas. La bandera argentina sólo flameaba en el establecimiento que Luis Piedra Buena tenía en isla Pavón, en Santa Cruz.
Una colonia en la Patagonia convenía a los intereses del gobierno de Buenos Aires y a los de un grupo de nacionalistas galeses que buscaban un territorio "vacío" donde desarrollar su cultura sin la opresión inglesa.
El primer grupo de unos 160 colonos, navegó directamente desde Liverpool en la goleta Mimosa. El 28 de julio de 1865 desembarcaron en el extremo del Golfo Nuevo, en un fondeadero que pronto sería llamado Puerto Madryn.
Velero Mimosa hacia los años 1860 (Museo del Desembarco, Puerto Madryn).
Allí, en Punta Cuevas pueden verse todavía las ruinas de las primeras viviendas: una hilera de cavas dentro de las que se habían colocado casillas de madera. Como el objetivo de los colonos era cultivar la tierra, se instalaron en seguida en el valle del río Chubut cerca de la desembocadura, donde surgió el pueblo de Rawson.
Las enormes dificultades iniciales se debieron principalmente a la aridez del clima y al aislamiento. En 1867 los colonos decidieron abandonar la colonia y se volvieron a Puerto Madryn a esperar un barco; y una vez más vivieron en las cavas.
Aunque algunos se fueron, la mayoría permaneció alentada por las promesas de ayuda del gobierno argentino si intentaban un año más. La adaptación al nuevo entorno duró al menos tres años más, durante los cuales los colonos aprendieron la necesidad del riego y las ventajas del intercambio con los tehuelches, gracias a quienes la colonia subsistió en esos duros años.
Las cosas empiezan a mejorar en 1874 al llegar nuevos colonos de Gales y de Estados Unidos, trayendo algo de capital, maquinarias y energía fresca. La expansión de los cultivos río arriba dio origen al pueblo de Gaiman. El trigo del Chubut alcanzó el mercado de Buenos Aires y la colonia empezó a comerciar internacionalmente.
Pronto hizo falta un ferrocarril que uniera el valle con el puerto. En 1886 unos 400 trabajadores llegaron en el Vesta a Puerto Madryn; la línea férrea se tendió entre este sitio y un punto sin nombre en el valle del Chubut, a mitad de camino entre Rawson y Gaiman, que pronto se conocería como Trelew.
Este período de expansión llevó a los galeses hasta los Andes, a 600 km al oeste, donde formaron una nueva colonia y a la llanura de Sarmiento, 400 km al sureste, de donde se originaría Comodoro Rivadavia. Podría decirse que desde el primer establecimiento en el valle inferior del Chubut, los galeses des
encadenaron la colonización de toda la Patagonia central.
Dos catastróficas inundaciones destruyeron el valle del Chubut en 1899 y 1901 quebrando el desarrollo sostenido de la colonia. En 1902 un grupo numeroso se fue a Canadá y otro a Choele-Choel, en Río Negro.
Hacia la Primera Guerra Mundial ocurrieron grandes cambios en la marcha de la colonia: el último grupo organizado llegó en 1911, y a partir de entonces prevalecieron los arribos de otros orígenes. Se estima que unos 3000 galeses se instalaron en la Patagonia entre 1865 y 1911. Aunque es una cantidad pequeña, representa una proporción muy considerable en una región entonces tan escasamente poblada. Todavía se nota la presencia galesa en la Patagonia, especialmente en el valle inferior de
l Chubut y en Trevelin-Esquel. El idioma galés todavía se habla y se enseña en Chubut, y eventos típicamente galeses, como los Eisteddfod, se celebran regularmente. Los vínculos entre Gales y los galeses patagónicos están más fuertes que nunca gracias a las facilidades de nuestra época. En fin, puede decirse que el sueño de los fundadores de "una Nueva Gales en Sudamérica", se cumplió en gran medida durante dos o tres generaciones, y que aún hoy las hebras galesas son claramente visibles en el entramado de la sociedad patagónica del siglo XXI.
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